Los efectos del cambio climático, la escasez de combustibles fósiles y la necesidad creciente de movilidad requieren soluciones innovadoras y accionamientos alternativos. Al mismo tiempo, la electromovilidad va adquiriendo cada vez más protagonismo en la mente de la gente. Y es que el principio de sostenibilidad subyacente convence y entusiasma. Más allá de los idealistas, las organizaciones sin ánimo de lucro o los partidos políticos, hace tiempo que la electromovilidad industrial ha pasado de ser un nicho de mercado, a convertirse en un mercado en pleno auge. El sector del automóvil está viviendo el giro más importante en sus más de 100 años de historia.
En las calles ya se puede constatar desde hace tiempo, igual que en las tiendas de bicicletas que se han quedado sin existencias: la venta de bicicletas eléctricas está en pleno auge. Las cifras son claras: en 2020 se vendieron 1,95 millones de bicicletas eléctricas. Así mismo, la economía compartida en el sector de la electromovilidad ha irrumpido con fuerza y muchas empresas y proveedores logísticos apuestan hoy por bicicletas de carga, scooters o carretillas industriales con accionamiento eléctrico.